martes, 27 de julio de 2010

POEMAS DE GABRIEL REYES

POETA JUAN CARLOS GONZALEZ. PUERTO MONTT. CHILE
Gabriel Reyes es seudónimo de Juan Humberto Campos González quien nace en Angol, ciudad e de los confines, un 22 de marzo de 1956.

Desde pequeño siente un entrañable amor a la poesía, y gana un par de concursos escolares. Sin embargo es en la enseñanza media donde comienza a escribir y manifestar sus primeras letras.
Sin el apoyo de nadie, se mantiene en el más bajo perfil posible.

Se titula de contador en el año 1975.

En la década del 80 se une a otros amigos para formar la filial Angol de la SECH, hoy inexistente. Sin embargo dicha filial organizó el encuentro del Neruda 80 años, en 1984, jornada memorable e histórica para Angol y el sur de Chile.

Participa activamente en el programa Voz y Canto de Radio Nahuel F.M. junto a Juan Bracamonte, Wellintong Rojas y Gastón Sandoval, de corte cultural y latinoamericano. Escribe diversos artículos para el diario local sobre autores y libros, participa en jornadas poético musicales, gesta junto a sus amigos de la Sech la traída de escritores y poetas para ciclos de conferencias, entre ellos a Francisco Coloane, los poetas Eduardo Llanos, Jorge Montealegre, entre otros.

Cesante, emigra a Argentina donde se une a Chile Democrático y es un activo participante de encuentros de poesía en Comodoro Rivadavia.

Estudia comunicación social, carrera que no termina y retorna a Chile en el año 1990.

Se dedica a su profesión y paralelamente continúa escribiendo, sin editar. Sus trabajos están diseminados en diferentes páginas de Internet, que incluyen poesía cuento y ensayo.
Egresa de la carrera de auditoria en la Universidad Gabriela Mistral de Puerto Varas.
En el año 2010 ingresa al movimiento Poetas del Mundo, con el propósito de sumarse a los principios de tolerancia, paz en el planeta,justicia y protección al medio ambiente.


Escribe con el seudónimo de Gabriel Reyes, en honor a Gabriela Mistral y Neftalí Reyes.

Trabaja en la edición de su primer libro.

SELECCION DE POESIA DE GABRIEL REYES

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I
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¡Pero eso no es todo!

Como verse bien es importante,
adelgace ahora
esas líneas demás,
no deje que sus versos
luzcan fofos, débiles o sin vida,
tonifique sus metáforas predilectas,
que le servirá de todos modos,
para el próximo llamado
de nuestro carrier millonario.

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sólo para poetas inéditos)

II
Finalmente llegó,
finalmente se dejó caer
como un enjambre,
como una peste.

Como una profecía neoliberada.

Se burló del timbre y la madera,
de la reja que hipotéticamente
detendría todo tipo de ladrones.

Traspasó las manecillas del reloj
y las sagradas fronteras de mi reino.

Entró en mi casa sigiloso,
se agazapó felinamente
con su encanto de serpiente fascinante,
brincó en mi mesa y mi descanso,
invadió el programa favorito y mi número privado
susurrando maravillas.

Finalmente apareció
con su Caballo de Troya telefónico,
desde allí la seducción y la conquista,
desde allí el sometimiento postmoderno de mi pobre voluntad,
desde adentro, al corazón del consumo inevitable,
de allí a la simple categoría de buzón,
de receptáculo,
de hombre maza inagotable.

¡Llame ya!

Azotó
con su tentáculo electrónico
su acento de mago cibernético.

Desde allí arrasó con furia mis derechos
(tan graníticamente custodiados
por la Constitución Política del Estado).

¡Llame ya!

Estimuló mi anhelo compulsivo,
con su levadura de ofertas y concursos,
-irresistibles-,
(Según la niña del teléfono esta tarde).

En fin, -mis disculpas-,
ya es hora de seguir con lo importante,

no se vayan a pasar estas delicias auditivas,
este mar de ofertas imperdibles, ah…este mar,
después de todo
demasiado tranquilo nos baña
con tanta licencia de futuro esplendor.

¡Llame ya!

PRETEXTO DE NAUFRAGO.
“En un círculo se confunden el principio y el fin”. HERACLITO. (Fr. 103)

Y si después de todo
alguien se animara a leer estos versos
qué encontraría en el fondo de estas letras:
acaso un vaso de agua con estrellas,
un río de luces perdido en tus pupilas,
o un delirio de flechas sobre el campo verde.

Pudiera ser que alguien con la paciencia de un gato
sobreviva a la esperanza de encontrar un ángel
salpicado de purezas y visiones celestiales,
(acaso pretenda una promesa de diamantes para sus manos tersas),
o un arco iris de miel donde su boca se esconde.

Sin embargo, si se afina de tacto y de oídos,
si rebusca en el sinuoso recodo de la tinta apenas develada,
si contiene respirar en los raudales de estas rayas somnolientas,
puede ser que atisbe estos fonemas, estos auxilios, estos cascajos, en fin,
solo arena de palabras encalladas.

Amigos, eso es todo,
acá no hay más tesoro que un pretexto ardiendo,
una excusa para quemar el corazón de todos,
porque un día, a pesar de nosotros, un día todos seremos uno.

HOMBRE MASA
Otra vez me levanto como un muerto,
un autómata de traje y corbata compulsiva
de lunes a sábado, con repetición de lunes
y teléfonos.

Un muerto con dolores ululantes,
como el aullido verde del dinero
quemado de banco en banco.

Un muerto vivo, quejumbroso,
infinito de ausencias, mi silueta
es una sombra entre las sombras de la calle,
no tengo voz ni brillo, soy un fantasma
en busca de su alma perdida en alguna plaza.

Veo en las tiendas mi traje que aún no compro,
esas imágenes tridimensionales de la Sony, que me invitan
a gozar eternamente en la felicidad de sus pantallas
y las niñas del afiche que susurran la complicidad de un “encalíllate”.

Soy el numérico fantasma consumido del mercado,
el que ya no tiene nada propio:
chileno sin casa, chileno medio sin feriados,
mis ojos no ven la raya de ningún horizonte
y mis bolsillos solo traen tarjetas y más tarjetas.

Mis datos vuelan de tienda en tienda
con la eficacia de un servicio secreto,
las promociones desfilan según el acontecimiento:
Que no lo pille marzo, en marzo
ahora vacacione con Presto, en diciembre
Sr. medio: listo su avance de efectivo, a cada instante.

En fin, soy el mínimo sujeto de deseo del retail,
un pequeño número con patas
-eso si- con dígito verificador,
así las cuentas me sigan donde vaya,
he perdido la ilusión,
la sonrisa que me dieran cuando niño:
Ya no tengo voluntad,
como una presa fracturada
se desborda ante la lluvia de ofertas
y entonces nada puede detenerme,
porque otros deciden que me pongo
que está de moda, qué miro, con qué me divierto,
y yo solo los sigo como un autómata,
un muerto vivo de traje y corbata compulsiva
con repetición de lunes y teléfonos,
y sólo soy un banal número donde debitar la cuenta,
un número que se escurre, que se escapa,
que le hace fintas al Dicom
y que sueña con el mejor momento de su día:
Apagar la luz y dormirse.

Arrebato.
-Con paráfrasis de Pablo Neruda-

Algo me descubre, me desnuda
embelesado de tu mágica figura.
Inquieto mi pecho apenas se contiene
con su mar de olas insurgentes.
Las apreto, las sujeto,
las condeno
al pulso penitente de mi verso.
Desde allí apareces, intermitente, vívida
como un destello rojo de amapolas.
Tu latido inexorable
el que me llama, me embriaga
como un vino de oro en primavera.
Tu boca de flores,
tus manos de exquisita enredadera.
Así apareces, frágil, con tu figura de ninfa
exquisita de anhelos y de sueños,
incipiente colibrí,
revoloteadora tenue
del extraviado jardín de mis sentidos.

Así cruzaste mi vida
como el arrebol naranjo el fondo del camino.
Desde entonces
que mi alma todo lo reclama
lo demanda, lo pretende.
Todo lo quiero todo para que todo lo mire:
Tu cuerpo oloroso de raíz y de semilla,
tu boca fresca de indómita presencia,
tu mirada cósmica de almendras escondidas,
el eco de la lluvia danzando en la penumbra.
Toda tu sombra en mi sombra así fundida.
Por eso
casi no soy yo por el camino,
ansiando, deseando, tocando,
hurgando la canela de tu voz enriquecida,
el beso de manzana recién amanecido,
ya no me contengo en todo lo mío
y todo se estremece, todo tiembla,
sinergia arrolladora, urgente
arrebato telúrico, ancestral.
Todo se
expande
tratándose de ti.
Déjame estallar como una ola furiosa,
rodar inerte encadenado a tu cintura,
déjame explotar,
inundar todo lo que toque de tu morena ribera,
déjame ser fuego, volcán enajenado
con su sed infinita de quemarlo todo,
corriendo por cada recodo de tu reino…
rebelde como un libertador…
hasta que tú me aquietes,
hasta que tú me apagues,
y me calmes
y me dejes revivirlo todo
y me dejes
florecerlo
todo.