Marta Goddio. Docente y escritora. Argentina
En la provincia de Neuquén, cerquita a Villa Pehuenia, bordeando el Lago Aluminé, se accede a un angosto camino de tierra enmarcado entre la frondosidad de ñires y pehuenes que mantienen ocultos los lagos y lagunas interiores. Por este camino se llega a un hermosísimos paraje: “Pu weri- Quechu Lafguén” (Bienvenidos a las Cinco Lagunas).
Pu weri- Quechu Lafguén, es un campamento agreste administrado por ocho familias de la comunidad mapuche puel, con viviendas muy alejadas unas de otras. Es en este sitio, bajo la sombra de un magnífico y antiquísimo pehuén, donde descansa, Juanita Puel. Tres cruces de madera, con coronas de flores desteñidas, atestiguan que no está sola. La cruz de Juanita, además del nombre, tiene grabada una fecha: 5 de julio de 2.005. No sé por qué razón, me detuve tanto tiempo en ese sitio.Me quedé sentada bajo esa sombra, disfrutando los silencios, atendiendo los ecos internos. Observando las velas gastadas, protegidas del viento por el hueco del propio tronco, al pie de las raíces. No se por qué, no me atreví tomar la pequeña cajita de fósforos que resguardaba el corazón del pehuén para encenderlas. Cuando llegamos, mi hija Francesca, con la sabiduría de sus entonces cuatro años, advertió inmediatamente lo sagrado del lugar. Ella, se detuvo junto al río que cantaba entre las piedras e hizo detener nuestro paso y con su ingenua firmeza nos dijo: “No pisen las plantas porque son de la chica que canta en el agua…”
Juanita Puel abandona el hueco
MARTA GODDIO.
vive en Llambi Cambpell, provincia de Santa Fe. Conduce en una radio local programa "Nuestras Voces" y edita mensualmente la revista de literatura "VEREDA SUR"
Blanca Encierra.
Nadine Alemán. Argentina
“Era tan pero tan profunda nuestra alianza,/que nos encontrábamos todas las tardes en nuestra muda locuacidad”. (Nadine Alemán)
Bianca encierra las pocas ovejas en el corral todas las tardes. Y vuelve al rancho con las piernitas envueltas en abrojos y temblando por el frío hostil de la cordillera. Bianca y su vida suspendida. Bianca con ese padre viejo y acabado que no le dio más vida que esa vida, llena de ausencias. Bianca y las estrellas. Pero ella sale inmutable cuando lo oye decir, a veces como única frase en todo el día: “¡Bianca, encierra!”. Ella sale del rancho y encierra todo lo que puede, las gallinas, las ovejas, la puerta de la despensa. Hace todo lo que él le pide mientras lo ve envejecer. Hace el pan (le pone harina de la buena y lo amasa con leche fresca para que quede mas blando y no le arruine los dientes al viejo), y no se queja del agua helada del arroyo cuando lava la loza. Le compra pilas nuevas a la radio, pega el hule del mantel cuando se raja, zurce repasadores y medias. Hasta pesca con la latita en el arroyo para que no sean siempre fideos, papas y carne. Y cuando va al pueblo, Bianca tarda. Hace despacito el camino de regreso, como soñando que nunca llega. A su padre lo acuesta, lo levanta, calienta el agua en el tanque de la cocina a leña y le prepara el fuentón de lata para bañarlo. Y apaga las velas temprano para que Ella, la Muerte, si llega no lo vea. Espera la noche para dejar las cortinas corridas y desde su cama ubicada estratégicamente bajo la ventana, ve las estrellas lejanas que la helada patagónica vuelve mucho más brillantes, como un regalo íntimo, solo para ella. Ni bien se acuesta, Bianca se pierde en un viaje único. Es otra, vive otra vida, goza el destierro nocturno y se hace a él soñando que tiene amigas, que tiene marido, que tiene hijos, que tiene calor y que tiene un destino. Así se duerme hasta el otro día, cuando al amanecer otra vez se levanta, otra vez suelta las gallinas, las ovejas, abre la puerta de la despensa. Otra vez el día, la luz, el campo, el trabajo duro, el viento y su padre. Pasando como siempre las horas lentas, hasta el atardecer, donde vuelve a encerrar. Y sobre todo Bianca encierra. Encierra esas ganas de dejar esa noche las velas encendidas para que si Ella, la Muerte, esta noche viene, entregárselo de una vez y luego perderse finalmente en la vida que ella tiene en las estrellas.